A partir de 1774, el nombre de Lanjarón comienza a difundirse por los efectos terapéuticos de sus aguas minero-medicinales. En 1792, con el fin de garantizar un mínimo de orden en la gestión de las aguas, el Ayuntamiento toma las riendas de las aguas.
Es en 1819, con la llegada a Lanjarón de D. Miguel Baldovi (primer director del Balneario) cuando se comienza a moderar el uso de las aguas y a investigar sus propiedades.
En 1875 pasa a ser de propiedad privada, siendo su primera propietaria la Duquesa de Medina Santoña. Tras su muerte, en 1899 lo adquiere D. Silverio Carrillo, garantizando el éxito de toda inversión.
En 1922, a su muerte, pasa en íntegra propiedad a su hija, Sor Matilde Carrillo, fundadora del colegio de la Caridad de Lanjarón.
A partir de esta fecha se suceden las obras de remodelación, construyendo un gran salón de manantiales y una sala de fiestas. Justamente, una de las últimas obras de importancia realizadas ha sido la recuperación de esta sala de fiestas.
A 32 llega ya el número de fuentes descubiertas, si bien solamente bajo el control de la dirección del propio centro se encuentran cinco, ya que las restantes son consideradas únicamente potables. Las propiedades de las cinco fuentes que se comercializan son variadísimas:
• Capuchina: Clorurada, bicarbonatada y sódico-cálcica. Se emplea para problemas digestivos.
• Capilla: Clorurada, bicarbonatada y ferruginosa. Activa el sistema muscular hepático y es ideal para diabéticos y personas con alto nivel de colesterol.
• San Vicente: Bicarbonatada-cálcica. Ayuda a superar carencias renales, reduce la tensión y favorece la pérdida de peso.
• Salud: Bicarbonatada clorurada sódico-cálcica. Es ideal para facilitar la digestión.
• El Salado: Clorurada sódico-cálcica, magnésica ferruginosa (fuertemente mineralizada). Se emplea para baños termales. Sale a una temperatura media de 27º C. Tiene propiedades anti-inflamatorias y elimina el estrés, cansancio, ayuda en los problemas respiratorios y atenúa enormemente los efectos de la artrosis.
Edificio de amplia planta rectangular, dos alturas, flanqueado por sendas torres de planta cuadrada, arquitectura historicista neomudéjar. Situado en Avenida de la Alpujarra. La primera gestión fue pública, en 1843 pasó a manos privadas. En 1875, Dª Maria del Carmen Hernández Espinosa de los Monteros, duquesa de Santoña, y Grande de España, construyó las primeras instalaciones balnearias, sucumbiendo en el terremoto de 1884. Adquirido en 1899 por la familia Carrillo-Noguera, construyeron el actual edificio de los años 20. Es un edificio suntuoso, sobrio y elegante, conforme al gusto estilístico burgués de principios de siglo.